Nos trasladamos a Lianzhou (China) para hablar del llamado «Puente de Cristal» y de su importancia arquitectónica, unida al magnífico trabajo que se ha llevado a cabo con el vidrio para efectuar esta obra magna de la arquitectura contemporánea.
Este puente cuenta con 526 metros de longitud, superando el récord Guinness y alzándose como uno de los grandes triunfos de las estructuras artificiales creadas por el hombre. Su fin además de embellecer un paisaje ya de por sí hermoso y unir dos masas de tierra, contempla también la ayuda para superar la acrofobia o miedo a las alturas y no es para menos ya que el puente se encuentra suspendido a más de 200 metros de altura y su materia prima principal permite que el viandante pueda ver lo que hay bajo sus pies. Sin duda, toda una experiencia que mezcla el temor y la admiración en un cóctel de adrenalina digno de ser vivido.
Pero hablemos de lo que nos compete; el vidrio y su importancia en este proyecto. El Puente de Cristal de Huangchuan en sí consiste en un amalgama de sistemas de cables oblicuos de acero inoxidable fijados a anclajes de hormigón que componen una estructura férrea a prueba de ventiscas, pero el detalle más importante es el tipo de pavimentado por el que está compuesto este titán arquitectónico: tres capas de vidrio laminado templado de 4,5 cm de espesor, motivo por el que su nivel de transparencia sea tal, lo cual permite a turistas y paisanos disfrutar de un entorno natural accidentado con acantilados dignos de escena de película.
Una de las grandes preocupaciones a la hora de llevar a cabo este proyecto era conservar el respeto al ambiente natural de las llamadas Tres Gargantas de Huangchuan, sin abandonar la creatividad y la superación de límites que reactive y permita disfrutar de un entorno natural único. El vidrio vuelve a ser clave en este proceso, generando un impacto mínimo además de permitir disfrutar del esplendor de este paraje.
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